1.3.09

Las Vidas Posibles por morirenvencia.blogspot.com

De un día para el otro, de un minuto al otro, en un abrir y cerrar de ojos, el otro ya no está. Así, sin más. Esa pieza que resulta fundamental para que la máquina de la propia vida funcione, un día decide desprenderse y perderse, sin aviso ni tiempo suficiente para la reacción. Primero surge la negación, luego la desesperación, más tarde la obsesión y, en algún momento, mucho después, llega la aceptación de los hechos como son. O no. Porque en el amor el cuerpo del otro es parte de uno, y si ese cuerpo no está, entonces uno ya no es más uno. La realidad comienza a agrietarse y por una fina rasgadura uno ingresa, para siempre, en otra dimensión.

Eso es lo que le sucede a Carla (una sobria Ana Celentano) cuando su marido desaparece. Luciano (Germán Palacios) parte una mañana en un viaje de trabajo hacia el sur argentino y en pocas horas Carla deja de recibir noticias de él. Todo marchaba bien entre ellos. La noche anterior al viaje, a juzgar por una delicada escena romántica, parecían estar muy enamorados. Pero se sabe que no conviene confiar demasiado en las apariencias, menos aún en las del cine y mucho menos en las de esta película, que precisamente se propone construir un espacio de ficción etéreo, un mapa de lo imposible que la protagonista traza en su búsqueda dolorosa.

No hay rastros de Luciano. Carla viaja al sur y en un pequeño pueblo encuentra a un hombre idéntico a su marido, solo que este hombre dice no conocerla y se presenta como Luis (también, Germán Palacios). Luis tiene su propia vida: está instalado desde hace años en la Patagonia, atiende una inmobiliaria y tiene otra mujer (Natalia Oreiro). El conflicto se oscurece aún más, y es inútil a esta altura pretender detectar un verosímil, porque en cada nueva secuencia los hechos se enrarecen y los personajes actúan de manera imprevisible. Especialmente Palacios, a quien le toca encarnar a un ser parco y metálico: él es el gran enigma del film.

Tal vez todo esté ocurriendo en la mente de Carla. La necesidad de recuperar el cuerpo perdido. Creer ver al otro en todos lados, en cualquier nuca, en cualquier bar, en cualquier auto. Percepciones que se arremolinan en torno de un fantasma. Todo fluye en una frecuencia paralela a la rutina de siempre, esa que supuestamente garantiza nuestra normalidad. Es la dimensión del duelo, tan difícil de capturar en imágenes.

Es llamativo el salto estético dado por la realizadora Sandra Gugliotta entre UN DIA DE SUERTE, su ópera prima, y este segundo largometraje. La película de 2002 protagonizado por Valentina Bassi estaba muy apegada a la actualidad social, a la materialidad de un momento histórico concreto, mientras que Las vidas posibles se interna abiertamente en el paraje psicológico, el relato pulsional, rozando por momentos lo fantástico. La manera en que está fotografiado el amargo desierto nevado contribuye al misterio del film, y también debe elogiarse el desarrollo de un guión que evade las típicas coordenadas realistas en búsqueda de nuevos sentidos.

El problema es que la directora no consigue ocultar las dudas que ese mismo riesgo le genera. En una trama de este tipo, el trabajo sobre el punto de vista narrativo es fundamental, porque como espectadores deberíamos poder compenetrarnos con la lógica que impone el personaje central. Sin embargo, existen decisiones de montaje que entorpecen la tarea, y no sólo no aportan suspenso al film, sino que parecen delatar cierta cobardía a la hora de plantear una resolución efectiva de la historia. Da la impresión de que el artista no está a la altura de la ambigüedad que en un principio pretendió plasmar.

Pero prefiero evitar los detalles, porque quiero recomendar LAS VIDAS POSIBLES Es realmente interesante. Y particularmente femenina.

NOTA REVISTA ARTEMISA

LAS VIDAS POSIBLES comienza con la historia de una pareja. Él se va de viaje de negocios, un viaje común y corriente, pero desaparece y no vuelve. Entonces ella lo sale a buscar al último lugar donde se supone que él se fue, que es en la Patagonia, en Calafate. Ella lo busca pero no lo encuentra y, en cambio, lo que encuentra es absolutamente inesperado para ella. Y a partir de entonces, la película toma un cariz que permite distintas lecturas. Y creo que todas las lecturas son válidas. La idea es que uno pueda, como espectador, entrar a la película por distintas interpretaciones, y que esas interpretaciones puedan tener su propia lógica”, cuenta Sandra Gugliotta, guionista y directora de UN DIA DE SUERTE (2002) acerca de su segunda película LAS VIDAS POSIBLES, que será exhibida en el Pavillon Cinémas du Sud del festival de Cannes. Y agrega: “Alguien podría pensar que lo que la protagonista encuentra está en el territorio de la mente, que es imaginario, y ésta es una posibilidad que tiene su lógica. Otros podrían pensar que su pareja es un desgraciado y que la está engañando. LAS VIDAS POSIBLES interpretaciones no se invalidan entre sí”.

A diferencia de su ópera prima, que estaba anclada en una clave realista-naturalista con cierto parentesco con la estética del documental, la segunda película de Gugliotta “está mucho más vinculada al mundo de la mente, y de lo cinematográfico puro, por eso para mí, como autora, los protagonistas son identificables por ciertas características: viven en Buenos Aires, son de clase media, llevan una típica vida urbana, pero el anclaje social no es realmente importante. Lo que pasa podría estar sucediendo en cualquier lado”, dice Sandra. “Es que en esencia es una película que tiene que ver con el amor, sin fronteras geográficas. Y también con la idea de quién es el otro para uno. La pregunta sería: ¿Qué ves cuando me ves? ¿Qué es el otro para mí? ¿Quién es este otro al que amo?”

Preguntas existenciales de tamaña naturaleza no pueden tener respuestas concretas, y eso es algo que Gugliotta privilegió a la hora de pensar la construcción narrativa que, en cambio de tener una voluntad de clausura del relato, busca ampliar la construcción de sentidos posibles. En palabras de la directora: “Creo que lo más me gustó fue trabajar sobre distintas lecturas y por eso la película tiene a la ambigüedad como eje principal. Tal cosa puede ser una cosa o puede ser otra, ¿Es real lo que estoy viendo? ¿O me lo imagino? ¿Cuánto hay de realidad? En la literatura hay muchos referentes de esta naturaleza, en Borges y en Cortázar, por ejemplo, que transitan territorios ambiguos. A mí me encanta esta línea, es algo que me apasionó desde siempre. Desde lo estructural y narrativo, no tiene nada de fácil. El registro, tanto en lo visual como en las actuaciones, es algo muy delicado, de mucha sutileza”.

De todas las posibles historias de amor, ésta que narra Gugliotta está en uno de los terrenos más dolorosos y, a la vez, más reconocible: el de la obsesión romántica. “Definitivamente, es la historia de una obsesión. Es ella la que está obsesionada, no él. Es un amor obsesivo, sin duda. Y parece que muchas veces los amores son amores obsesivos, pero la verdad es que yo espero que existan amores más sanos. Un tipo de amor donde uno pueda convivir, desarrollarse, ser feliz, completarse, construir y vivir la parte luminosa de la vida. No quiero parecer New Age, pero es lo que realmente siento. Aunque estos personajes, los de LAS VIDAS POSIBLES, tienen un poco de oscuridad”, dice Sandra.

“El personaje protagónico masculino te da muy poca información sobre sí mismo, es un hombre bastante misterioso – inclusive para su pareja. Es un hombre del que prácticamente no sabés nada, por eso siempre hay como un enigma alrededor de él. Yo quería mantener cierto misterio, que el espectador nunca pudiera saber muy bien quién es él. Por eso había que mantener una delgada línea entre eso y, a su vez, hablar de un tipo que lleva una vida normal en el sur de Argentina. Y su mujer es una mujer muy emocional, que se siente llevada por lo que le está pasando. Es una mujer que toma decisiones, alocadas, pero toma decisiones al fin. Y decide ir a buscar a su pareja, que se fue como quién se va a comprar cigarrillos y no vuelve más”.

En LAS VIDAS POSIBLES, Germán Palacios (El sueño de los héroes) es el hombre que desaparece y Ana Celentano (En ausencia) la mujer que va en su búsqueda. El elenco se completa con Natalia Oreiro, Osmar Nuñez, Marina Glezer, Guillermo Arengo, Ezequiel Díaz y Ricardo Mourelle. Sandra Gugliotta escribió el guión – con la colaboración de Pablo Fendrik – y la produjo junto a Víctor Cruz, en co-producción con Fieber Films, Clarens Grollman y 16M. La producción ejecutiva es de Juan Pablo Gugliotta.